El Verdadero Gran Homenaje al Chapulin Colorado

Historia del Chapulín Colorado

La verdadera gran historia del Chapulín Colorado; entérate de todo lo de nuestro personaje, desde su nacimiento, del cómo llegó a la televisión y de su repercusión en la televisión.

El 1970 la televisora que transmitía los programas de Chespirito extendió el tiempo de duración de «Los Supergenios de la Mesa Cuadrada» y «El Ciudadano Gómez» a una hora y ambos fueron programados para los lunes a las ocho de la noche, unificándose en una serie que se llamó «Chespirito», donde además se incluía diferentes sketchs.

Chapulín Colorado: Historia

Ahí nacería el personaje de El Chapulín Colorado.

El personaje de «El Chapulín Colorado» era parte de los múltiples sketchs de este gran programa de Chespirito, pero su éxito y las ideas eran tantas, que para el año 1973, el programa llegó a ser independiente, con treinta minutos de duración.

En todos los países había programas mexicanos ya vendidos, pero no los querian proyectar, al parecer, no les interesaban; luego alguien se aventuró a pasar «El Chapulín Colorado» en Guatemala, luego en Ecuador y gustó tanto que los demás paises lo empezaron a pedir.

Desde su incursión como guionista de televisión Roberto Gómez logró tanta popularidad que en poco tiempo le dieron la oportunidad de hacer el programa: El Chapulín Colorado, su primera emisión estelar, que de inmediato se colocó entre los más populares de la década de los setentas. El Chapulín Colorado es un super héroe mexicano que con su chipote chillón y sus pastillas de chiquitolina se hacía presente en las situaciones más inesperadas, tan sólo con invocarlo con: «Oh, y ahora… ¿Quién podrá defenderme?».

En una entrevista realizada por Alejandro C. Valdés hacia Roberto Gómez Bolaños, se comentó lo siguiente:

«Chespirito escribió el guión para una película con el Chapulín Colorado, en ella explicaba el origen del héroe. Curiosamente, muy similar al de Linterna Verde, creación de DC comics».

Según comentó en esa ocasión, la historia comenzó cuando un científico agonizaba y, no teniendo a quién heredarle su máxima invención, convocó a que la gente fuera a verlo para elegir a quién dejarle su patrimonio: unas pastillas que permitían a quién las ingiriera reducir el tamaño de su cuerpo.

El único requisito era que el depositario de ese tesoro debía ser enteramente honesto.

Fue así como este personaje que porta el uniforme rojo y el corazón amarillo en el pecho, cuyo nombre propio Chespirito no se tomó la molestia de inventar, adquirió su único poder sobrehumano: las pastillas de chiquitolina.

Era el único ser humano honesto que fue a ver al científico.

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